La ira de Gancho. Cuentos cortos para niños que pegan cuando se enojan

Cuento infantil aporta herramientas de educación emocional para los padres con hijos que golpean

En este artículo
  1. Cuentos cortos de emociones: niños que pegan cuando se enojan
  2. Actividades de educación emocional y comprensión lectora
  3. Qué acompañar a los niños que golpean cuando están enfadados

Gancho, el protagonista de este cuento infantil, es un pequeño canguro que cuando se enfada mucho mucho responde dando puñetazos preso de la rabia. ¿Te suena? 'La ira de Gancho' es uno de esos cuentos cortos que da recursos a los niños que pegan cuando se enojan, pero también ayuda a sus padres a saber cómo gestionar esta situación. Junto al cuento para niños, te proponemos algunas actividades educativas y algunos consejos de nuestra Escuela de Padres sobre educación emocional.

Cuentos cortos de emociones: niños que pegan cuando se enojan

Cuentos para niños que pegan cuando se enojan

Gancho era un cangurito que siempre estaba solo. Era muy fuerte, tenía una cola larga y musculosa, grandes patas traseras, firmes pies para saltar, una cabeza pequeña y unas patas delanteras cortas y fuertes con las que propinaba grandes puñetazos al que le llevaba la contraria o lo hacía enfadar.

Cuanto más pegaba más solo estaba. Los animales del bosque le decían:

- ¡Gancho esto no puede seguir así! ¡No se pega!

Pero Gancho seguía dando puñetazos a diestro y siniestro cuando algo o alguien no le gustaba, sin tener en cuenta la fuerza o el tamaño del otro.

- ¡No pegues al koala!

- ¡Deja al zorro en paz!

- ¿Por qué has pegado al suricato?

Y las quejas y los gritos de los otros animales le entraban por un oído y salían por el otro.

Una noche, a todos llamó la atención, apareció en el cielo una luna roja, muy grande, inmensa y plena de color. Cuando Gancho, como todos los días, fue a beber al río se vio reflejado nítidamente en el agua; se encontró guapo, alto, erguido y fuerte.

Al poco llegó una culebra y comenzó a zambullirse en el agua una y otra vez, perturbando su paz y salpicándole en la cara. A Gancho no le hizo ni pizca de gracia.

- ¿Qué haces? ¿Acaso no me has visto? ¡No me gusta que me mojen! - le gritó furioso.

Los búhos y lechuzas lo vieron desde las ramas de los árboles, las ranas dejaron de croar, las águilas volaron alto, los suricatos y zarigüeyas se escondieron bajo tierra y los cocodrilos se fueron a la otra orilla y se internaron en la oscuridad. Todos los animales desaparecieron en un kilómetro a la redonda pensando que la culebra iba a atacar a Gancho por sus feas palabras.

Pero la culebra, de ocho metros de largo, lo miró y le dio la espalda sin contestar. Eso hizo que Gancho se enfadara muchísimo. Comenzó a menear su cola, como siempre hacía antes de atacar, y cuando se disponía a lanzarse al agua para propinar a la culebra un buen puñetazo, la luna iluminó con una intensidad muy fuerte encima de su cuerpo, y el cangurito se vio reflejado en el río; lo que vio no le gustó.

Su cuerpo estaba encogido, su pelaje se había vuelto más oscuro, sus orejas habían crecido enormemente. Su cara estaba deforme, los ojos se le salían de las órbitas, tenía la nariz muy colorada, pero lo que más le sorprendió fue el odio que desprendía su mirada. Al verse así su corazón empezó a latir aceleradamente.

La culebra al ver su dolor se dirigió a él, se enrolló a su cuerpo y lo abrazó con fuerza. Aunque Gancho se revolvió con furia queriéndose soltar, no pudo hacerlo. Agotado, fue recobrando la calma y al rato se sintió mejor.

Los cuentos cortos para niños que pegan

A partir de ese día la culebra y Gancho se hicieron muy buenos amigos. Cada vez que al cangurito le daba un ataque de ira y comenzaba a dar puñetazos, la culebra reptaba rápidamente hacia él y lo abrazaba fuertemente hasta que se le pasaba.

Todos los animales se dieron cuenta: Gancho estaba más tranquilo desde que recibía abrazos y no le daban gritos. Se pusieron de acuerdo y cada vez que veían que Gancho empezaba a enfurecerse por algo, todos lo iban a abrazar con fuerza hasta que se calmaba. Necesitó los abrazos de seis cocodrilos, cinco zorros, cuatro koalas, tres águilas, dos topos y una zarigüeya para superar sus ataques de ira.

A los pocos meses la culebra y todos los animales del bosque vieron cómo Gancho dejaba de dar puñetazos, devolvía los abrazos, y se mostraba contento. La luna llena resplandecía otra vez en el cielo reflejando en las aguas del río la imagen de un canguro fuerte, guapo y erguido. Gancho sonreía rodeado de todos sus amigos.

Actividades de educación emocional y comprensión lectora

Las actividades de educación emocional

Una vez terminada la lectura, te proponemos algunas actividades educativas muy sencillas que buscan trabajar la comprensión lectora pero también la gestión emocional. Tendrás que adaptar estas actividades a la edad, conocimientos y gustos de tus hijos e hijas.

1. Preguntas de comprensión lectora
En primer lugar, nos centramos en la comprensión lectora. Aquí van algunas cuestiones para saber si los niños han prestado atención al cuento y han comprendido la historia.

¿Qué animal era Gancho?
¿Cuándo y por qué da puñetazos Gancho?
¿Qué le ocurre con la culebra?
¿Qué empiezan a hacer los animales para ayudar al canguro a calmarse?

2. Hablamos de emociones
A partir de este tipo de cuentos cortos que hablan sobre distintas emociones, podemos ayudar a nuestros hijos a reconocer, poner nombre y gestionar las emociones ajenas y propias. Para ello, podemos hacerles las siguientes preguntas. Escucha sus respuestas, te van a sorprender.

¿Cómo se siente Gancho cuando da puñetazos?
¿Cómo se ve Gancho reflejado en el río cuando está enfadado?
¿Alguna vez te has sentido enfadado? ¿Recuerdas alguna situación en la que te sintieras enojado?
¿Qué hiciste?
¿Cómo crees que se sienten los otros animales cuando Gancho se comporta así?
¿Crees que pegar o golpear cuando estamos enfadados ayuda en algo?

3. Hacer un dibujo sobre el cuento infantil
Anima a tus hijos a hacer una ilustración sobre el cuento. No les des muchas instrucciones para que puedan poner en práctica toda su creatividad. Podéis poner algo de música clásica o de otro género para que la actividad sea aún más inspiradora.

Qué acompañar a los niños que golpean cuando están enfadados

Niños que golpean cuando están enfadados

¿Qué podemos hacer los padres cuando nuestro niño pega al enfadarse? Estas son algunas de las claves que debes tener en cuenta.

- Cuando un niño pega (sobre todo cuando hablamos de niños pequeños hasta los 4 años) no busca hacer daño. Por el contrario, se trata de su reacción instintiva a una emoción que no saben gestionar y que les hace sentir incómodos. Es una forma, además, de probar su fuerza y los límites.

- Los niños no nacen sabiendo gestionar sus emociones. Ante la frustración de no saber cómo dejar de sentirse enojados o de no conseguir lo que quieren, pueden reaccionar pegando. Es una expresión física de dichas emociones. Hay que hacer un trabajo de validación ('Entiendo que te sientas enfadado...') y acompañamiento ('¿Qué podría hacer yo...'?) desde la empatía y el respeto. Es hora de poner a trabajar la educación emocional.

- Que tu hijo o hija pegue ahora, no significa que vaya a ser una persona violenta cuando sea mayor. Por el contrario, esta es una reacción natural e intuitiva de todos los niños ante una emoción desagradable que aún no sabe gestionar (enojo, rabia, ira, frustración...). Sin embargo, es importante que le enseñes que esta no es la reacción más deseable a tener, pues puede hacerse daño o golpear a la gente que le rodea y le quiere.

- Si tu hijo pega cuando se enoja, puedes parar sus golpes (lo primero es garantizar su bienestar físico y el de las personas que le rodean), pero hazlo con amabilidad y sin imponer tu fuerza física.

- A menudo, como ocurre en el cuento, solo necesita un abrazo para calmarse. En el caso de otros niños, prefieren no tener contacto físico, pero sí que su padre o madre se quede a su lado ofreciéndole su apoyo y escucha. Baja el volumen de tu voz y ponte a su altura para hablarle una vez que esté más calmado.

- Ofrécele tu ejemplo. Si tú reacciones pegándole un cachete o cachetada cuando te enfadas con él, aprenderá que ante algo que no nos gusta la respuesta debe ser violenta.

- Empatiza con tu hijo. Pregúntate: ¿qué es lo que está haciendo que tu hijo tenga esta reacción?, ¿qué podría ayudarle?, ¿qué necesita de ti en ese momento?

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