6 juegos emocionales para niños de 2 a 3 años que SÍ les ayudarán
Te damos algunos consejos para trabajar la educación emocional de los peques a partir de los 24 meses
- La educación emocional para los niños de 24 meses en adelante
- Juegos para enseñar a los niños de 2 a 3 años a reconocer sus emociones
- Estrategias para que los niños de 24 meses reconozcan lo que sienten
- Más técnicas para que los niños aprendan a gestionar sus emociones
- Los colores de Lila - Cuento sobre cómo manejar las emociones de los niños
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Ayudar a nuestros hijos a manejar sus emociones es una de las tareas más significativas que nos tocan como padres. En esta ocasión, nos vamos a centrar en los niños más pequeños. A continuación, te proponemos 6 juegos emocionales para niños de 2 a 3 años que SÍ les ayudarán aunque apenas están descubriendo el mundo que les rodea. La educación emocional tiene un gran peso tanto en su presente como en su futuro.
La educación emocional para los niños de 24 meses en adelante
Muchos de los avances en la educación emocional están dados por la propia edad y madurez de los niños según su etapa de desarrollo; sin embargo, cuanto más podamos acompañarlos y guiarlos en este proceso, sin duda el resultado será mejor para ellos y definirá en gran medida su forma de conocerse a sí mismos y expresar sus emociones (conciencia emocional).
También sabrán cómo manejarlas adecuadamente (regulación emocional), ponerse en el lugar del otro (habilidades sociales) e identificar y resolver problemas (habilidades para la vida). Ahora nos enfocaremos en los más pequeños, los niños de dos a tres años que muestran las siguientes características. Conocerlas nos ayudará a saber cómo les podemos acompañar, según su momento de desarrollo:
- Se mueven entre dos extremos opuestos: la alegría y el enfado. De hecho, tal y como nos recuerda la guía 'Niños pequeños (de 2 a 3 años)' de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, a esta edad se suele hablar de los terribles 2 años. Este es el resultado de una necesidad cada vez mayor de autonomía de los pequeños.
- Su manejo del lenguaje aún es limitado, por lo que llorar aún es para ellos la mejor forma de expresar su frustración. También tienen una gran energía, despliegan una actividad intensa y se muestran impulsivos.
- Por otro lado, empiezan a buscar cierta independencia, quieren hacer ellos solos las cosas (comer, vestirse, etc.), sin la ayuda de los adultos, con lo que inician el proceso de hacerse conscientes de su individualidad como seres independientes de sus padres, a ser conscientes de su 'yo', aunque todavía de forma rudimentaria.
- Las rabietas cuando reciben un NO forman parte de su necesidad de independencia y autoafirmación, por tanto se muestran espontáneos con sus sentimientos: buscan continuamente a sus padres, los besan y acarician, etc.
- También aparecen los miedos. Es frecuente que surja el temor a la oscuridad, a la ausencia de sus padres, a separarse de su familia, a las heridas, etc.
Juegos para enseñar a los niños de 2 a 3 años a reconocer sus emociones
En primer lugar nos centramos en una serie de estrategias y juegos cuyo objetivo es favorecer el conocimiento y el manejo de las emociones de los bebés a partir de los 24 meses.
1. Collage emocional
Una de las tareas para apoyar a los hijos en su desarrollo emocional es el de ayudarles a identificar sus emociones: para esto podemos centrarnos en tres emociones básicas: alegría, tristeza y enojo. Podemos hacer un collage dándoles muchos recortes de revista con adultos y niños mostrando diversas expresiones de estas tres emociones pidiéndoles que las identifiquen:
¿Cuál de estos niños está feliz? ¿cuál parece enojado?, etc., y hasta podemos inventarnos una historia de algunos de ellos y el motivo por el que pueden estar felices, tristes o enojados. En diferentes momentos del día, según la emoción del niño de 2 años, podemos preguntarle como cuál de las fotos se siente y también podemos servir de modelos diciéndole cómo nos sentimos.
2. Modelando emociones
Servir de modelos para el aprendizaje emocional y la expresión de sentimientos; nadie mejor que nosotros para modelarle diferentes estados de ánimo y formas de expresarlos. Si estamos enojados podemos decirle: 'Me siento muy enojada por lo que acaba de pasar, voy a tomarme un tiempo para calmarme' o 'estoy muy feliz porque te tengo, te voy a dar un abrazo'.
Esto servirá para ayudar al proceso de que nuestro hijo identifique emociones y conozca diferentes formas de manejarla. Incluir gestos suaves, tono de voz claro y contacto visual hace más efectivo este aprendizaje. De esta forma, el pequeño podrá saber cómo se siente él mismo para lograr estar en paz con sus sentimientos. Verbalizar lo que siente sí que ayuda de mucho.
3. Juego simbólico para niños
A los 2 años aparece el juego simbólico, por ello, podemos sentarnos a jugar con ellos y utilizar muñequitos, figuras o peluches y escenificar diferentes historias que hagan que los personajes experimenten alegría, felicidad o enojo y modelar distintas de formas de reaccionar. Por ejemplo, uno de los muñecos puede enojarse mucho y hacer un berrinche mientras otro lo calma.
Aprovecha para que los personajes le hagan saber a los niños que esa no es la forma de conseguir lo que quieren, ya que las rabietas no son el medio para que mamá o papá cedan ante algún capricho. Este tipo de dramatización les permite explorar sus propias emociones en un entorno seguro y sin juicio, lo que seguramente hará que comprendan mucho más lo que sienten.
Estrategias para que los niños de 24 meses reconozcan lo que sienten
4. Juego del espejo emocional
Párate con tu hijo frente a un espejo grande y pon una cara de emoción. Anímalo a imitarla: una cara feliz, triste, sorprendida, enojada, etc. Luego invítalo a que él haga una y tú la imites. Este juego fomenta la empatía, el reconocimiento emocional y también fortalece la conciencia corporal. Además, es una forma divertida de jugar con la mímica y reforzar el lenguaje emocional.
Puedes acompañar este juego con frases como '¿Ves mi cara? Estoy feliz porque estoy contigo' o '¿Esa cara es de susto? ¿Qué habrá pasado?'. Aprovecha el momento para nombrar cada emoción con claridad, y usa gestos para que tu hijo las identifique con mucha más facilidad. El espejo no solo refleja rostros, también ayuda a reflejar lo que sienten por dentro.
5. La caja de la calma
Prepara una 'caja de la calma' con tu hijo. Dentro coloca objetos que le den seguridad: su peluche favorito, una botellita sensorial o plastilina suave. Enséñale a usarla cuando se sienta muy alterado o tenga una rabieta porque lo ayuda a autorregularse y a ir construyendo un refugio emocional propio. La caja puede usarse también antes de dormir o tras situaciones estresantes.
Es importante construir la caja juntos para que el niño elija algunos objetos. Puedes decorarla con pegatinas, dibujos o su nombre a todo largo. Si la usa, acompáñalo con calma y dile frases como: 'Vamos a buscar algo en tu caja con el que puedes sentirte mejor'. Con el tiempo, tu hijo asociará la caja con un espacio seguro para calmarse y recuperar la tranquilidad.
6. Cuentos con emociones
Los cuentos cortos son buenos aliados para identificar emociones. Busca aquellos libros donde los personajes pasen por muchas emociones y coméntalas con tu hijo: '¿Por qué llora el osito?', '¿Qué le hace sentir miedo?', '¿Qué lo haría feliz?' Además de trabajar el reconocimiento emocional, reforzarás la comprensión, la escucha activa y el vínculo afectivo con tu pequeño hijo.
Elige cuentos con ilustraciones simples y personajes con los que tu hijo se identifica. Lee despacio, señalando las expresiones y haz pausas para conversar sobre lo que sienten los personajes. También puedes inventar finales alternativos. Leer con emoción y cercanía transforma los relatos en una herramienta para que los niños comprendan y expresen lo que llevan por dentro.
Más técnicas para que los niños aprendan a gestionar sus emociones
Además de las anteriormente vistas, hay otras actividades que nos pueden ayudar a asentar las bases para la educación emocional de nuestros hijos, desde nada más y nada menos que los 2 años, por ejemplo, nuestro lenguaje hacia los niños. Es conveniente reforzar cada vez que sea posible sus buenos comportamientos, sus habilidades, su aspecto físico, etc.
Nuestras palabras serán muy importantes para empezar a darles seguridad y desarrollar su autoestima. Asimismo, también debemos reconocer las cualidades de los otros e incentivarlos a ellos a encontrar cosas buenas en los demás. También debemos empezar a trabajar con cuestiones sociales básicas como decir 'por favor' cuando quieren algo, y 'gracias' cuando lo reciben.
En ese sentido también hay que enseñar a no interrumpir a alguien cuando está hablando, a mostrar buenos modales en la mesa, como no gritar ni aventar cosas., y a compartir algo de lo que es suyo (aunque todavía faltará tiempo para que lo logre), etc. Estas habilidades no se adquieren de forma automática, se requiere repetición y mucha paciencia por parte del adulto.
No debemos desacreditar los miedos de los niños de 2 años, sino ayudarles a sentirse protegidos. Ayúdalos con un objeto de apego que los haga sentir seguros durante la noche, hablar de lo que les asusta y contarles que cuando éramos pequeños nos pasaba igual. También podemos hacer dibujos juntos de 'lo que da miedo' y luego inventar cómo vencerlo.
Los colores de Lila - Cuento sobre cómo manejar las emociones de los niños
Lila era una niña pequeña con grandes ojos y una caja mágica de colores. Cuando sentía algo en su corazón, la caja se abría y salía un color diferente. Un día, Lila estaba muy contenta en un columpio y de su caja mágica salió un color amarillo brillante que flotó por el aire.
- '¡Estoy feliz! El color amarillo danza como el sol', dijo Lila emocionada.
Más tarde, otro niño se subió al columpio antes que ella. Lila frunció el ceño. La caja se abrió de nuevo y salió un color rojo fuerte.
- ¡Estoy enojadaaaaa!, gritó Lila. El color rojo se movía rápido y caliente. Su mamá le dijo: - Lila, está bien estar enojada. Respiremos juntas para que el rojo se calme.
Lila respiró profundo… una vez… dos veces… y el rojo empezó a bajar despacito.
Después, vio a un perrito con una patita vendada. Lila se puso triste. La caja mágica se abrió y salió un color azul suave que flotaba lento.
- Estoy triste… - susurró Lila.
- ¿Quieres que lo abracemos con una manta? - le dijo su mamá.
Lila asintió, y mientras acariciaba al perrito, el azul se desvanecía. Cuando ya se iban a casa, el cielo se puso oscuro. Lila miró las nubes grises y escuchó un gran trueno. Se tapó los oídos y abrazó a su mamá. La caja se abrió y salió un color morado oscuro.
- ¡Tengo miedo!, dijo Lila con los ojos grandes.
- Estoy contigo, mi amor, le susurró mamá.
Hasta ese momento Lila sonrió un poquito. El morado empezó a cambiar a un rosa suave. En casa, comieron sopa y vieron dibujos animados. 'Hoy tuve muchos colores', -dijo la pequeña, 'pero todos las experimentamos'. Lila aprendió que las emociones tienen un color, y que está bien sentirlas… porque eso significa que estaba viva y aprendiendo a ser ella misma.
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Bibliografía
- Moreano, D. (2016). Los beneficios del juego para el desarrollo en los niños. Revista Para el Aula IDEA, No. 19. Universidad San Francisco de Quito (ed.) Ecuador, pp. 1-2 Disponible en https://www.usfq.edu.ec/sites/default/files/2020-07/pea_019_0007_0.pdf